martes, 18 de noviembre de 2008

Palabras


"Lo que demuestra que los rumíes son 
el pueblo más avaro que existe 
es que la generosidad no tiene en su idioma 
una palabra que la designe" 
Al-Yahiz (776-860)

Me gustan las palabras. Me cuesta un mundo escuchar alguna por primera vez y no averiguar en seguida lo que significa. Me gusta aprender palabras nuevas y raras que expliquen conceptos atípicos o que sirvan para describir nociones o circunstancias novedosas, ver cómo con el progreso o el simple transcurrir del tiempo, el lenguaje se flexibiliza, y me sorprende que a estas alturas, no paren de generarse nuevos vocablos para describir cosas. También me gustan las palabras que simplemente suenan bien al ser pronunciadas, independientemente de su significado. Una vez que engancho cualquier palabra nueva me entusiasma buscar la ocasión de utilizarla, para no perderla. 

Luego están las palabras como las que puedes ver aquí, que describen conceptos rebuscadísimos en un sólo vocablo, como ohrwurm, que en alemán se refiere a la música que se te mete en la cabeza en contra de tu voluntad y que no te puedes quitar de encima, o esta otra japonesa buenísima, koro, que describe el miedo histérico a que el propio pene se esté hundiendo y desapareciendo dentro del propio cuerpo. Pon un japonés en tu vida...

¿Sabías que, igual que Forrest Gump con la lluvia, los esquimales (o inuits) tienen unas 100 palabras diferentes para designar diferentes tipos de nieve? Y, aunque me aleje un poco del tema, ¿qué me dices de las fobias?. Está la Araquibutirofobia, miedo a que se incrusten las cáscaras de los cacahuetes en el paladar, la Deipnofobia, miedo a las cenas y a las conversaciones en las cenas, o la Rabdofobia, miedo a ser severamente castigado o golpeado con una vara. Y qué jodido lo tienen los que padecen Domatofobia o Oicofobia, el miedo a las casas o a estar en una casa, o los Hipopotomonstrosesquipedaliofóbicos, que sufren miedo ante las palabras largas, que ya es la leche no poder ni decir qué es lo que padeces...

Así, de las palabras inusuales que recuerdo ahora mismo, me encantó descubrir procrastinar, y ahora os traigo presentismo, como contraposición al absentismo, y que consiste en estar físicamente localizado establemente en el puesto de trabajo, pero con una productividad mermada o casi nula (¿no le pones cara a este concepto?); sinestesia, que se refiere a la mezcla de impresiones de sentidos diferentes (léete la entrada que te he puesto de la wikipedia, que es interesante); y serendipia, que describe un descubrimiento científico afortunado e inesperado que se ha realizado accidentalmente.

Y, aunque me mate, también me gusta descubrir que llevo toda la vida diciendo mal determinadas palabras o expresiones, y de repente, verlas escritas y pensar en cuántas veces las habré dicho mal y el de enfrente habrá pensado qué chica tan mona, pero que soplagaitas la pobre. Les ha pasado a muchos con idiosincrasia o tergiversar... No hace muchos meses me enteré de que se dice cajón de sastre, y no desastre, y recuerdo como, con unos diez años, me costó entender porqué es aceptado decir vagabundos en vez de vagamundos (sigo pensando que la mía describe el concepto muchísimo mejor, pero bueno). 

Bueno, me lo podía haber currado más, pero, como siempre, son las tantas. Igual mañana retoco todo ésto...

2 de diciembre: actualizo. Hoy he descubierto que no se dice "de motu propio" si no "motu proprio", sin de y con r. Flipante.

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