viernes, 28 de agosto de 2009

Un capuccino con siamés, si me hace el favor



¿Te acuerdas de aquella peli, Familia, la primera de Fernando León de Aranoa, por la que le dieron un Goya, en la que el protagonista alquilaba durante el fin de semana de su cumpleaños a un grupo de actores para que simulasen ser sus parientes y así no tener que pasar ese día en soledad? Todavía me parto al recordarle presidiendo el desayuno familiar gritando: "¡¡Dije que no quería un niño gordo!! ¿lo dije o no lo dije?…, y encima con gafas…".

Me he acordado de ella cuando he leído acerca de las cafeterías con gatos de las que os vengo a hablar, y que al parecer proliferan cada vez más en Japón. Si es que podría crear un blog dedicado exclusivamente a las excentricidades de los nipones…

En las cafeterías con gatos -mitad café, mitad zoológico-, uno puede pasarse la tarde tomándose algo mientras juega y acaricia al minino elegido (hay una carta menú con las fotografías de los gatos y sus características y gustos) por unos 500 yenes (alrededor de 4 euros) por cada media hora.


Se trata de un fenómeno en auge (ya hay más de 150 establecimientos en Tokio) en un país con un particular sentido del ocio, en el que adoran a los felinos hasta la obsesión (que se lo digan si no a la creadora de Hello Kitty…) y en el que mientras la media de edad y el sentimiento generalizado de soledad crece a pasos agigantados (un tercio de sus habitantes vive solo), los índices de natalidad caen a ritmo vertiginoso, pasando de una media de 3,65 hijos por mujer a 1,21 en un período de tan sólo sesenta años.


Un país en el que tener una mascota en casa resulta prácticamente imposible. Por una parte, en muchas casas, sobre todo en la capital, está prohibido tener mascotas, y por otra, las interminables jornadas laborales no permitirían a sus dueños dedicarles el tiempo que éstas precisan.

Dos de los cafés gato más conocidos de Tokio son el Calico Café y el Ja La La Café, en el barrio de Akihabara, y cuentan con entre 12 y 20 gatos, algunos de razas de lo más inusuales. La mayoría de la clientela está compuesta por hombres solteros que rondan la treintena, o chicas en torno a los 20 años.

De este modo, los amantes de los mininos, que han de hacer sus reservas con días e incluso semanas de antelación debido a la creciente demanda, y después de seguir el rito higiénico de descalzarse y desinfectarse las manos con un jabón especial para no contaminar a los pequeños, pasan horas acariciándolos, jugando y hablando con ellos, sacándose fotos, ofreciéndoles juguetitos, dejando que ronroneen sobre sus regazos… sintiéndolos suyos.


Un sistema en el que todos los agentes parecen salir ganando: el establecimiento gana, el cliente gana, y el animal también.

Pero por lo que leo, esto de los gatocafés no es más que la punta del iceberg. En Japón es posible alquilar todo tipo de mascotas, como perros, por supuesto, pero también hurones, conejos, e incluso escarabajos. Escarabajos, en serio. El caso más extendido es por supuesto el de los canes, que son alquilados para pasear o simplemente para poder acurrucarse junto a ellos en el sofá y poder fingir durante unas horas que son tuyos.

Pero también hay una extendida industria que ofrece compañía humana de todos los tipos que puedas imaginar, y que no tiene que ver con el sexo. Así, en Japón es posible, y además no está socialmente mal visto, alquilar compañía femenina o masculina (desde gigolos, hasta estudiantes universitarias o mujeres con kimonos), sólo para pasar un rato agradable, sin cochinadas. También existen empresas que, como en la peli que os comentaba, alquilan parientes, como esposos o padres temporales, que desempeñan su papel en bodas y funerales, llegando a pronunciar discursos, ayudar a los pequeños a hacer las tareas escolares, mediar con los maestros o incluso hacer las veces de sparrings en caso de conflictos familiares no resueltos.

Y aunque no sepa muy bien como finalizar esta entrada, aquí lo dejo, que como siga enlazando curiosidades sobre las costumbres japonesas, ya sabéis que nos darán las uvas…

Termino con una animación dedicada especialmente para los que tienen o han tenido la ¿suerte? de convivir con un gato. Si te gusta, tienes otras aquí.

jk

Muy buen fin de semana!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé si me sorprende más lo que hacen los nipones con los gatos o lo que no hacen con las parejas de compañía (como le explicas a Bernard que pagas por compañía femenina pero sin poder beneficiártela) o lo mucho que sabes de ellos, sorprendente! Te seguiré leyendo y criticando...Tino.