sábado, 14 de febrero de 2009

Las bondades del olvido

La Hipermnesia es un trastorno o facultad de la memoria que se caracteriza por una exaltación y agudeza, particularmente vivas, de la memoria, sobre todo autobiográfica, de modo que quien la padece muestra una extraordinaria capacidad de recordar hechos específicos de su pasado personal.
 
Los hipermnésicos son capaces de recordar los acontecimientos que han experimentado personalmente, recordando muchos detalles aparentemente triviales que la mayoría de la gente no sería capaz de recordar, como por ejemplo, con quién y qué comió y qué tiempo hacía un día exacto de hace decenas de años, o qué día exacto se emitió el capítulo de Dallas en el que mataban a JR... Y no exagero, son ejemplos reales...

A diferencia de quienes padecen autismo o el llamado síndrome del sabio, los hipermnésicos no memorizan esos datos, no calculan la fecha, sino que simplemente recuerdan sin poner en práctica ningún recurso mnemotécnico. Al contrario que la gente normal, cuya memoria acerca de los recuerdos se resetea con frecuencia (algunos más que otros...), la vida pasada permanece indeleble en la mente de estas personas.

Hasta la fecha, sólo se tiene constancia de tres personas en el mundo con hipermnesia, y las tres viven en EE.UU. (ésto no era muy difícil de deducir...). El primero, el más mediático, con web propia y documental y todo, es un locutor de radio de 51 años de Winsconsin llamado Brad Williams, y que confiesa no haber sido nunca esclavo de su memoria, más bien al contrario. Del segundo no he podido averiguar nada aparte de que es de Ohio y que estudios científicos llaman BR. Pero tranquilos que tengo trabajando en el caso a mis mejores agentes y os iré informando de sus hallazgos puntualmente. La última es una mujer, AJ, de California, quien ha descrito su memoria como algo incontrolable y totalmente agotador. En cuanto a las similitudes que comparten, según parece, estas personas no presentan mejores resultados en las pruebas de inteligencia que el resto de la gente, y tampoco tienen déficits especiales en otras áreas. Dos de ellos son zurdos, y los tres presentan una gran capacidad para recordar fechas, qué hicieron ese día y cuáles fueron los acontecimientos públicos relevantes. Los tres son además grandes coleccionistas de objetos.

Pero, ¿es la hipermnesia un don o una condena?

El olvido no siempre es negativo. De hecho en ocasiones supone un mecanismo de autodefensa de la mente, que nos ayuda a superar situaciones traumáticas o demasiado impactantes, atenuando los recuerdos persistentes. ¿Te imaginas recordar alguna situación dolorosa o vergonzosa, con todo lujo de detalles, con la misma intensidad del día en que ocurrió? ¿Y cómo hacer balance cuando dispones de absolutamente todas las variables? ¿Cómo filtrar?.

De hecho, los hipermnésicos muestran importantes dificultades de abstracción: son incapaces de generar categorías, ya que recuerdan una a una todas las observaciones que han vivido a lo largo de su vida dentro de esa categoría.

Es decir, tendrían problemas para comprender el concepto "árbol", algo que identifica como objeto similar a todos los árboles del mundo, porque ellos recuerdan uno a uno todos los árboles que han visto en su vida, su ubicación, sus ramas, el momento, las personas que los acompañaban... tienen tan individualizada cada observación que les cuesta establecer cuales son los detalles accesorios y cual es la esencia común en cada caso. A éso me refiero con lo del balance.

Brad Williams, apodado la enciclopedia andante o el hombre google, ha sido comparado con Irineo Funes, el personaje de Borges en uno de sus cuentos incluidos en la colección Ficciones, que recordaba cada detalle que sus sentidos captaban. Termino el post dejándote leer un fragmento del cuento y me voy hacia la nevera pensando en lo que vacila mi blog, que hasta hablo de Borges y todo. Y no, alma de cántaro, este Borges no tiene nada que ver con el de las nueces y las ciruelas...

"Funes no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado. Resolvió reducir cada una de sus jornadas pretéritas a unos setenta mil recuerdos, que definiría luego por cifras. Lo disuadieron dos consideraciones: la conciencia de que la tarea era interminable, la conciencia de que era inútil. Pensó que en la hora de la muerte no habría acabado aún de clasificar todos los recuerdos de la niñez (...). No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente). Su propia cara en el espejo, sus propias manos, lo sorprendían cada vez. Refiere Swift que el emperador de Lilliput discernía el movimiento del minutero; Funes discernía continuamente los tranquilos avances de la corrupción, de las caries, de la fatiga. Notaba los progresos de la muerte, de la humedad. Era el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso. 
(..) Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos... (...)"

Ficciones, Jorge Luis Borges, 1944

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