sábado, 10 de enero de 2009

Patitos de goma



A los más cochinos, aunque siento decepcionarles, les adelanto que la cosa no va de vibradores...

¿Te acuerdas de aquel anuncio de Seat en el que salían un montón de patitos de goma flotando a la deriva en el pacífico? Tal vez ya lo sepas, pero estaba basado en una historia real...

Era enero de 1992, cuando un barco zarpó de Hong Kong con destino Seattle, con un cargamento de juguetitos de goma para la bañera. Eran pequeños patos amarillos, tortugas azules, castores rojos y ranas verdes. En mitad de la travesía, y como en todas las buenas historias, tuvo lugar una tormenta que provocó que varios contenedores cayesen al mar, con la consiguiente liberación de casi 30 mil juguetitos en las aguas del Océano Pacífico. 


En septiembre de aquel mismo año, varios cientos de estos artículos aparecieron en las costas de Alaska, el Mar de Bering e Islandia, a más de 3 mil kilómetros del lugar en el que se perdieron, y todavía hoy, después de más de 14 años, continúan apareciendo en varias partes del planeta flotando a merced de las corrientes oceánicas, desteñidos por el Sol, mordidos por depredadores marinos y resistiendo tediosos períodos de calma y violentas tempestades. Se calcula que pronto llegarán a las costas inglesas y gallegas.

El incidente llamó la atención de dos oceanógrafos estadounidenses, Curtis Ebbesmeyer y James Ingraham, que lo utilizaron para estudiar los flujos marinos y la flotación de objetos, lo que ha sido de gran utilidad no sólo para conocer mejor las corrientes oceánicas, los efectos del calentamiento global y el deshielo, sino también para el desarrollo de la ciencia forense, ayudando al hallazgo de cadáveres perdidos.

Curtis Ebbesmeyer luciendo trofeos

Los reportes de avistamientos cumplieron un papel crucial en la investigación. Ingraham y Ebbesmeyer alertaron a los encargados de limpiar las playas y a los trabajadores de los faros para que les informasen de inmediato si encontraban algún juguete de plástico en las costas. También se colocaron avisos con las imágenes de los patitos, solicitando la colaboración del público, y se creó una página web en la que profundizan en la historia y el resto de hallazgos.

Pero éste no ha sido ni de lejos el único caso. La lista de objetos flotantes es interminable. Por ello, ambos científicos señalan también el aspecto más serio del fenómeno, por el riesgo que representan los casi 10 mil contenedores que se caen anualmente al mar en todo el planeta. 


En 1990, cerca de 80.000 zapatillas Nike cayeron en el Pacífico Norte. Cuatro años más tarde, en la superficie helada de Hyundai Seattle cayeron 34 mil guantes de hockey. En el 96 una tormenta hizo que una carga de 100 mil chanclas se vertiera a las aguas del Pacífico Sur, y al año siguiente 5 millones de piezas de Lego naufragaron en el Atlántico procedentes del carguero Tokio Express. Mientras, el Pacífico recibía 500 mil latas de cerveza procedentes de China. En 2002, de nuevo, otro cargamento de 33 mil deportivas Nike flotaban cerca de California. Y hace un par de años, después de otra fuerte tormenta, la Costa da Morte se convirtió en un improvisado mercadillo del que dieron buena cuenta los lugareños, y en el que se podía encontrar casi cualquier cosa, desde bolsos multicolores hasta barquitos de madera, paquetes de gusanitos, gasas, muñecos e incluso impresoras en perfecto estado.

Para estudiar el comportamiento de los glaciares, la NASA quiso hace unos meses emular esta serendipia, para lo cual soltaron en la costa oeste de Groenlandia 90 patitos de goma, apreciados por su pequeño tamaño y gran flotabilidad y capacidad para resistir altas temperaturas, en los que escribieron una dirección de correo electrónico junto con la frase Science Experiment y la palabra “recompensa de 100 dólares” en 3 idiomas (incluido el inuit). Sin embargo... los resultados tendrán que esperar, pues hace semanas que han perdido la pista a todos y cada uno de los patitos...

Y hablando de patos, aquí tienes uno creado especialmente para suicidas en potencia...

Escucho Cançao do mar de Dulce Pontes y Los restos del naufragio de Bunbury, que yo lo siento en el alma pero cada vez se parece más a Josele Santiago...

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