martes, 19 de mayo de 2009

Mossenger, de Anna Garforth



Últimamente visito bastantes páginas de intervenciones urbanas. La mayoría son muy creativas, y suelen tener como trasfondo la reivindicación del uso del espacio público, pero hay otras, como las de los grupos de Guerrilla gardening, que tratan de mejorar los espacios abandonados enriqueciéndolos con elementos vegetales que suelen estar presentes en el entorno.


Inspirada por estos grupos y por el trabajo de Andy Goldsworthy, la británica Anna Garforth creó Mossenger, una sencilla intervención que auna tres cosas que me encantan: los grafitis, el musgo y la tipografía.



Garforth utilizó los versos de una amiga poeta, Eleanor Stevens. La traducción es casera, así que se admiten (y agradecen!) correcciones. No sus acostumbréis.

In this spore borne air
Watch your skin peel
Feel your lungs split open
Slowly the slits appear

En este aire cargado de esporas
Observa cómo muda tu piel
Siente abrirse tus pulmones
Lentamente las grietas aparecen 

Lo malo de estos temas es tener que interpretarlos, o peor, aguantar algunas de las interpretaciones de críticos y de los propios artistas... Así, recordando de antemano que la poetisa es gran amiga de la artista, os cuento que Garforth explicó que los dos primeros versos le transmitieron movimiento, crecimiento, y que el resto del poema le pareció una metáfora del cambio consciente, del continuo estado de muerte y regeneración que vive el ser humano. Ésto le recordó la creciente toma de conciencia en cuestiones medioambientales y el cambio de perspectiva que se extiende por pequeñas ciudades del este de Londres como Hackney o Stoke Newington, en la que ejecutó esta obra.


A mí, insisto, lo que me gusta sobre todo son los elementos estéticos que la componen, y el hecho de que se funda perfectamente en el entorno, respetándolo y reivindicando su protección. Y si me exprimo un pelín, hasta puedo hacer sin despeinarme una reflexión acerca de como en esta obra, la escritura, elemento clave de la civilización y factor fundamental en la evolución del hombre, sirve para dar voz y conectarnos con la naturaleza, que transformamos y nos transforma. Es una obra además totalmente biodegradable (el musgo está adherido con una mezcla de yogur y azúcar), que respira, y que reinventa aquello de la urbe como jungla.

Y sin despeinarme. 
Y oyendo de fondo al Koala interpretando Soy albañil en Buenafuente,
que ya tengo mérito.

Esta entrada va por Igor, que no anda en sus mejores momentos sufriendo las consecuencias del ataque de un pepinillo asesino... Dame una I, dame una G...!


1 comentario:

El mejor profeta del futuro es el pasado dijo...

y interesante esta entrada. También he leído algo ultimamente sobre la guerrilla gardening, en especial un colectivo que trabajaba principalmente en Milan, si no recuerdo mal. Ojalá se viese más este tipo de acciones por nuestras ciudades.

¡Buen día!